La Formación continua del Docente de Primaria y su incidencia en la Calidad de la Educación

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Dr. Cabrera Campos Jesús Manuel1

La formación continua de los docentes debe entenderse como un proceso de actualización que le brinda herramientas a los profesores para realizar su práctica pedagógica y profesional de una manera más significativa, pertinente y adecuada a los contextos sociales en los que se encuentra inmerso y acorde a las necesidades propias de las poblaciones estudiantiles que atiende. Es así como dicha formación se presenta articulada al ejercicio mismo de la práctica pedagógica y a formas de entenderla e inscribirla en los contextos sociales donde se realiza. Y en esta misma temática se concibe al docente como un profesional capacitado para reconstruir el conocimiento pedagógico, a partir de la experiencia a la que se enfrenta cotidianamente

De un momento a otro las cosas cambian. Lo que ayer era de gran utilidad y se podía considerar indispensable, mañana será obsoleto. En el ámbito educativo con mayor razón, hemos de ser prudentes y responsables con nuestro quehacer y debemos estar conscientes de que el alumnado que recibimos cada ciclo escolar viene con serias y marcadas diferencias a los que recibimos en otros tiempos; y es que la sociedad del conocimiento en la que vivimos hoy, está plagada de múltiples exigencias, exigencias que se intensifican gradualmente en un mundo global.

Por tal motivo, resulta imperante el hecho de que los docentes se encuentren en constante actualización y mejora continua de su quehacer profesional, buscando así el progreso de las distintas áreas en que el ser humano se desarrolla y se desenvuelve.

Prepararnos continuamente para ejercer nuestro trabajo, hoy más que nunca debe ser nuestro derecho más que una obligación, más aún si tenemos en cuenta que la educación es el proceso social que le permite a las generaciones mayores transmitir lo más valioso a las nuevas generaciones.

La educación en México debe superar el reto que representa el brindar una educación para todos, pero con óptimos estándares de calidad, y el contar con un sistema educativo sólido y bien integrado, eficiente y transparente, para que éste coadyuve al logro de un desarrollo económico sustentable, tanto en lo productivo, como en lo humano y en lo ambiental.

Sin lugar a dudas, son grandes los desafíos, retos y oportunidades que se deben enfrentar hoy en día, pero es necesario tener presentes que éstos nos obligan más que nunca a estar preparados para afrontarlos apropiadamente, teniendo la educación un papel estratégico en la construcción de lo que deben ser escenarios deseables.

De acuerdo con lo hasta aquí expuesto, es innegable el hecho de que la formación continua de los docentes de todos los niveles educativos debe ser un tema prioritario para las autoridades educativas.

En estos tiempos tan difíciles que la vida nos ha presentado y deparado, una educación de calidad exige que la planta docente esté con una constante actitud de innovación en su actividad diaria en el salón de clase. Para ello habrán de poner en juego un sinfín de elementos y recursos necesarios que les permitan, partiendo de una reflexión sobre su propia práctica docente, descubrir y mejorar las necesidades formativas que de ella se deriven, desarrollando con ello, una cultura profesional de docente en mejora continua.

Ante tal situación, resulta imprescindible el reconocimiento de la enorme importancia que tiene que los docentes estén bien formados y actualizados mediante las mejoras en sus prácticas pedagógicas y en los procesos de enseñanza – aprendizaje esto con el objetivo de que los resultados se vislumbren en el éxito académico de sus estudiantes.

Dicha formación continua es un tema que no sólo preocupa al propio profesorado, sino que también a los padres de familia y a las autoridades competentes en materia educativa, tan es así que en nuestro país y para la

…educación básica la necesidad de crear un programa específico en la política educativa de México dedicado a la formación y la actualización docentes puede remontarse a la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) en 1992. En el marco del ANMEB se instituye también el programa de estímulos a la labor docente conocido como Carrera Magisterial (CM). Dicho programa se constituyó como un mecanismo de evaluación voluntario, ligado a estímulos salariales otorgados en cada uno de sus cinco niveles. Uno de los criterios de evaluación de CM fue la participación de los maestros en cursos de formación continua ofrecidos, a partir de 1996, por el Programa Nacional para la Actualización Permanente de los Maestros de Educación Básica en Servicio (Pronap) (Santibáñez, L., Rubio, D. & Vásquez, M. 2017, p. 22).

Y es que, si analizamos a lo largo del tiempo, nos daremos cuenta que en verdad existe una larga historia de esfuerzos que se han dado para la capacitación y formación continua de los docentes:

(1944-1971), el mejoramiento profesional (1971-1978) o ambas tareas juntas desde la Dirección General de Capacitación y Mejoramiento Profesional del Magisterio de la SEP en 1978 (1978-1988), transformada a partir de 1999 en la Dirección General de Formación Continua de Maestros en Servicio (DGFCMS), aunque era una obligación legal desde 1993 (Ley General de Educación y Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica) que se constituyera el “sistema nacional de formación continua del magisterio en servicio (Tapia Uribe, M. & Medrano, V. 2016, p. 8).

Desde hace varias décadas, se han implementado diversas acciones federales y estatales para responder a las necesidades de formación continua y superación profesional del profesorado de educación básica. A nivel federal se puede destacar que

El Pronap fue sustituido en 2008 por el Sistema Nacional de Formación Continua y Superación Profesional de Maestros de Educación Básica en Servicio (SNFCSP). Este sistema se diseñó en la Dirección General de Formación Continua de Maestros en Servicio (DGFCMS) con la finalidad de brindar mayor autonomía a los docentes y a las entidades en materia de formación continua. En el marco del SNFCSP se creó el Catálogo Nacional de Formación Continua y Superación Profesional de Maestros en Servicio. Este programa, sin embargo, enfrentó igualmente retos de calidad, así como de transparencia. En entrevista, autoridades federales reportaron que los recursos asignados para la contratación de formación continua por parte de los estados no eran usados de forma transparente, y los cursos ofrecidos tuvieron costos muy elevados, sin que su calidad justificara el gasto (Santibáñez, L., Rubio, D. & Vásquez, M. 2017, p. 23).

En fechas ya más recientes habremos de encontrar que a nivel federal se determina que todos los docentes deben también recibir formación continua que los apoye en sus esfuerzos de mejora y desarrollo profesional. Para gestionar estas actividades se crea el Programa para el Desarrollo Profesional Docente (Prodep) en 2014, el cual sustituye a todos los programas anteriores.

Hasta aquí es claro que ha habido esfuerzos por parte de las autoridades educativas en materia de formación continua, tan es así que, en el año 2013, la OCDE señaló que “México es uno de los países donde más formación continua reciben los maestros” (OCDE, 2013, p. 3)

¿Cuál es el problema, entonces? Si en lo que se señala con anterioridad se aprecia un panorama bastante comprometedor…

Sin lugar a dudas son muchos los problemas que se esconden en ello, los cuales van desde que los docentes participantes del programa de carrera magisterial buscaban cursos únicamente para obtener puntos para la promoción en dicho programa, dejando de lado la utilidad que pudiese darle en el aula, aunado a ello las largas jornadas de tiempo que habría que dedicarle a los trabajos que se tenían que entregar, tiempo que, muchas veces se tomaba dentro de las horas laborables frente a grupo, mientras que a los alumnos se les mantenía ocupado con trabajos altamente extenuantes y, no necesariamente, significativos; también existe una grabe falta de articulación de los contenidos de los cursos brindados con las necesidades docentes y el currículo; una falta de supervisión y evaluación de los resultados obtenidos; la estandarización de los cursos y talleres ofertados, sin importar las necesidades particulares de cada contexto; también podemos agregar a la larga lista de problemas el limitado financiamiento que se traduce en desfavorables condiciones materiales y de infraestructura, servicios y recursos humanos para los dispositivos de formación; la inequidad existente en materia de acceso a los cursos y talleres donde se ven bastante desfavorecidas las comunidades rurales y los lugares alejados de las grandes ciudades y; lo que es peor aún, el modelo de cascada que se impulsó para que, a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP), se capacitara  a medias, a quienes habrían de impartir los talleres y/o cursos, esta responsabilidad recaía principalmente en la figura de los asesores técnico pedagógicos (ATP) de las Zonas Escolares, sin importar el grado de escolaridad y/o de compromiso que este tuviese en su Zona Escolar, puesto que dicha comisión, aún en estas fechas, está considerada y asignada como un puesto de confianza y no conforme a un escalafón académico.

La mayoría de los factores mencionados no suelen ser evidentes o evidenciables, ni percibidos a simple vista. De acuerdo a esto; debe servir de reflexión, de análisis y de conciencia tanto individual, como grupal, de cada una de las realidades de los diferentes grados de conciencia, que van a incidir en los buenos o malos resultados académicos, y por ende en la formación adecuada de los alumnos, razón por la cual existe la labor docente.

Partiendo de que, la Formación Continua es todo aquel proceso que favorece en la adquisición, mejora y optimización de los conocimientos referidos a los contenidos científicos, aspectos metodológicos, estrategias y actitudes de quienes imparten la docencia; siendo su finalidad prioritaria, según Imbernón (1998) la de favorecer el aprendizaje de los estudiantes a través de la mejora de actuación del profesorado;  Shön, D. (1998) menciona que la educación, y todo lo que la rodea, está llena de condiciones problemáticas tanto de tipo conductual, como psicológico, académico, emocional, de disciplina, entre muchos más factores que influyen en el día a día del quehacer docente; y de que los docentes son quienes deben resolver con su experiencia y conocimientos todas esas problemáticas que se presentan tanto en el aula como fuera de ella.

En este sentido, la profesionalización no implica nada más la obtención de un diplomado, curso, taller o título universitario; adicionalmente, la actividad profesional del docente está ligada a la práctica educativa, es decir, al modo como los profesores y profesoras realizan su ejercicio profesional. Fullan y otros (1997, p. 27) señalan al respecto sobre la profesionalización de los maestros:

que como cualquier profesión compleja la ciencia y la tecnología de la enseñanza están en constante desarrollo, y la tarea de enseñar es un arte y una ciencia que los maestros estudian, reflexionan y refirman durante el transcurso de sus carreras.

Ante ello podemos indicar que la tarea más próxima que debe afrontar el docente es el hecho de actualizarse de manera continua, buscando el entender y comprender las nuevas teorías pedagógicas y los más importantes avances en las técnicas didácticas de nuestros tiempos. Se hace necesario complementar el conocimiento adquirido en las escuelas de su formación inicial con la experiencia cotidiana y la práctica reflexiva. En suma, Shön, D. (1998) nos habla de que la formación docente requiere del crecimiento de su capacidad para enfrentar la complejidad propia del entorno laboral en el que se encuentra inmerso y el desarrollo de su capacidad para asumir roles distintos a la concepción tradicional del profesorado.

Vista desde esta óptica, la formación continua del docente debe entenderse como un proceso de actualización que le brinde herramientas para realizar su práctica pedagógica y profesional de una manera más significativa, pertinente y adecuada a los contextos sociales en los que se encuentra inmerso y acorde a las necesidades propias de las poblaciones estudiantiles que atiende. Es así como dicha formación se presenta articulada al ejercicio mismo de la práctica pedagógica y a formas de entenderla e inscribirla en los contextos sociales donde se realiza. Y en esta misma temática se concibe al profesorado como un profesional capacitado para reconstruir el conocimiento pedagógico, a partir de la experiencia a la que se enfrenta cotidianamente.

Tal y como señaló en su día la UNESCO, (1982), la formación continua del profesorado es un proceso encaminado a la revisión y actualización de los conocimientos, actitudes y habilidades del profesorado, que viene dado por la necesidad de renovar los conocimientos con la finalidad de adaptarlos a los cambios y avances de la sociedad.

Es conveniente también, hacer mención que, hasta el momento, no existe una legislación concreta que regule la obligatoriedad de una formación continua del profesorado de ningún nivel educativo; sino que es una opción voluntaria, que corre a cargo de cada cual en cuanto a esfuerzos y costos.

En nuestro país (México) esta formación tiene un carácter voluntario, y generalmente va acompañada de un enfoque individual, que es llevada a cabo desde instituciones que, en ocasiones, no tienen continuidad, y si un marco común referencial, Zabalza (2007, p. 29) define que: “la formación es un recurso social y económico fundamental, pero para que resulte efectiva debe plantearse como un proceso que no se circunscribe a los años universitarios, sino que dura toda la vida”.

Estos cambios demandan una serie de respuestas adaptadas y adecuadas para cada situación y contexto; conforme lo menciona Arancibia (2008), los procesos innovadores, aprendizajes de nuevas destrezas, nuevos conceptos, etcétera, necesitan una plataforma que posibilite encaminarse a un aprendizaje eficaz y profundo, proyectándose en toda su vida como sujetos en proceso de permanente construcción y reconstrucción de su aprendizaje.  Es bajo esta óptica que el ciudadano de hoy elige adentrarse a procesos de índole educativo, como una condición más para lograr mayores y mejores posibilidades de trabajo y, por consiguiente, se han ido incrementando las opciones de ofertas académicas realizadas por diferentes instituciones educativas para cubrir dichas demandas.

A través de los años, los docentes han sido concebidos como los actores fundamentales en los procesos educativos de todos los niveles; es en ellos donde se sustenta y descansa la construcción y reconstrucción del conocimiento, mismo que le permite al individuo que se encuentra en proceso de formación relacionarse con el legado de la humanidad y desarrollar las trasformaciones que la sociedad demanda.

Para poder ejercer este rol, que varios protagónico en los procesos educativos, y particularmente en el aula de clases, significa reconocerse como un ser humano en toda la esencia de la palabra, como un profesionista que posee una gama de conocimientos de los cuales hace uso en su práctica cotidiana, pero que también necesita actualizarse para poder desarrollar las capacidades del alumnado y como un docente en mejora continua.

Bajo esta visión es necesario tener presente que en nuestros días los términos de eficacia y eficiencia dependen, sin lugar a dudas, entre muchos otros factores de la calidad del profesorado; ya que son ellos y ellas el componente fundamental en cualquiera de los sistemas educativos, por tanto dicho profesorado debe de estar en constante preparación, como se hace en cualquier otra profesión; más aún si reconocemos que la sociedad actual se caracteriza por un acelerado ritmo en el uso de las tecnologías de la información, lo cual obliga, necesariamente, a adaptarse a los cambios tecnológicos innovadores que se han desarrollado para el ámbito educativo.

Los docentes deben de estar en constante reflexión y evaluación de las tareas diarias que realizan en su profesión, mismas que son las que mejor podrán contribuir a aumentar y mejorar la profesionalidad docente, partiendo siempre de la responsabilidad en el momento de preparar a los alumnos para enfrentarse con éxito a los requisitos que marca la sociedad, una sociedad inmersa en procesos de globalización y en una serie de problemáticas que afectan el aquí y el ahora.

La formación continua habrá de verse, entonces como todo aquel proceso que favorece en la adquisición, mejora y optimización de los conocimientos referidos a los contenidos científicos, aspectos metodológicos, estrategias y actitudes de quienes imparten la docencia.

Bajo esta idea podemos decir que la formación continua de los docentes es una tarea que demanda la sociedad, más aún en estos tiempos de incertidumbre donde el cambio es lo único que tenemos seguro, ante tal reto el desafío de los docentes deberá ser el estar preparado para enfrentar lo que la sociedad y el destino le marque y, para ello, es de vital importancia la formación continua y la disponibilidad y apertura al cambio, esto combinado con una actitud crítica de su propia práctica docente garantizarán el éxito de la calidad de la educación.

Referencias Bibliográficas:

Arancibia, G. C. (Mayo de 2008). Formación a lo largo de la vida: de la óptica de la competencia a la cooperación humanizadota. Obtenido de http://www.umce.cl/revistas/intramuros/intramuros_n12_a06.html

Fullan, M. S., Canalejas, S. M. N. & Stiegelbauer, S. M. (1997). El cambio educativo: guía de planeación para maestros.

Imbernón, F. (1996). En busca del discurso educativo. La escuela,la innovación educativa, el currículum, el maestro y su formación. Buenos Aires: Magisterio del Río de Plata.

OCDE. (2013). Country Note Mexico. Results from TALIS 2013. París: Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Santibáñez, L. R. (2017). Formación continua de docentes: política actual en México y buenas prácticas nacionales e internacionales. Ciudad de México: Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y Banco Interamerica.

Shön, D. (1998). El profesional reflexivo: cómo piensan los profesionales cuando actúan. Paidós Ibérica.

Tapia Uribe, M. &. (2016). Modelos de formación continua de maestros en servicio de educación primaria: criterios e indicadores para su evaluación. México: INEE.

UNESCO. (1982). Ho sabíeu?El correu de la UNESCO. 45.

Zabalza, M. A. (2007). La enseñanza universitaria. El escenario y sus protagonistas. Madrid: Narcea S. A. de Ediciones.

Datos de Autor

  1. Doctor en Desarrollo Educativo con Énfasis en Formación de Profesores por la UPN 161. Maestro de Educación Primaria SEP zona escolar 228, sector 45 de primarias.
    Contacto: jesuscabrera0831@gmail.com ↩︎